sábado, 12 de marzo de 2011





Qué harían sin las 
matemáticas y sin nosotros los matemáticos?


Pongan un poco de imaginación. Todos nosotros los matemáticos en un arca o en una nave espacial, alejándonos de “el resto de las personas” y diciendo
“¡Adiós! Hasta siempre, que les vaya bien”... y en el arca o en la nave todos los libros de matemáticas, los elementos de computación, las calculadoras, las reglas, los compases, los números, las graficas, los teoremas, los conceptos y los métodos..
Todos nosotros juntos en la lejanía pero cuando de nuestro gran tesoro... la s reacciones mundiales seria inmediatas. Si bien en un primer momento las noticias podrían ser curiosas (“Se fueron todos los profesores de matemáticas”” ¡que alivio!” ¿Volverán? ¨¡ Adiós al fracaso escolar!”, “Un mundo sin números”...) y las reacciones de algunos niños y niñas podrían ser preocupantes ( “ Ya era hora”, “¿De verdad?”, “¿Seguro que se fueron?,...) pero pronto la parálisis mundial se produciría: billetes sin cifras, sastres sin cintas de medir , termómetros sin escalas, cajeros sin posibilidades de contar , enfermeras sin fármacos medibles, electrocardiogramas sin curvas, loterías sin números, coches sin velocímetro,.. recuerden que en este escenario no estamos “ni nosotras ni ellas” ... seguramente en pocos minutos gran parte de la humanidad quedaría colapsada y pronto empezaríamos a recibir mensajes insistentes pidiendo ayuda (“ vuelvan rápido”, “si quieren irse ustedes váyanse pero que ellas regresen”, “ellas no son solo suyas”...)
A partir de este momento podrían darse dos situaciones posibles: si nosotros decidiéramos no regresar la humanidad empezara de nuevo a desarrollar matemáticas para su dinero, sus vestidos, sus termómetros, sus cajas, sus fármacos, sus aparatos, sus loterías, sus coches,... y de nuevo surgirían otros
Como nosotros pero con un larguísimo camino por recorrer. La otra situación, mucho más posible que el anterior, sería nuestro inmediato regreso. Seguramente lo aprovecharíamos para negociarlo (“¿vale el doble?”, “¿ocho horas semana?,...) pero el recibimiento sería apoteósico (“¡gracias!”, “¡Nunca debieron irse!”, “¡Regresen!”,...).